LA CÁRCEL: aumento vs. eficacia

“Para comenzar no considero que las prisiones sean el marco ideal para tratar a los delincuentes en general, y ni siquiera que las prácticas de encarcelamiento actuales sean el mejor modo posible con el que podrían contar las sociedades para controlar y defenderse de la delincuencia. [...] En síntesis, en discrepancia abierta o con la corriente de opinión más popular, considero que deberían encancelarse menos personas y duramente menor tiempo”. 
Santiago Redondo
                                                                                                                              
¿La prisión siempre cumple su objetivo de reinsertar y rehabilitar a la persona que ha cometido un delito? ¿Es necesario aplicarla en todos los casos?

Actualmente, la cárcel es considerada como una institución que tiene como fin castigar a las personas que han cometido un delito, excluyéndolas de la sociedad. Se puede decir que es la consecuencia jurídica más grave prevista en el Código Penal española. El objetivo de estos centros es por una parte, internar y tener vigiladas a las personas penadas; y por otra parte, ayudar a mejorar la conducta de las mismas reinsertándolo en la sociedad.

A pesar del enfoque positivo que dan algunas perspectivas, las instituciones penitenciarias también han recibido y reciben muchas críticas. Estas dicen, que la cárcel es una pena inhumana y que no respeta los derechos humanos de los reclusos. Esto ocurre sobre todo con las penas de corta duración, ya que en poco tiempo, no se puede conseguir los objetivos resocializadores ni reeducadores; o sea, los objetivos de las penas que están previstas en la Constitución española. Es decir, rompería todas las relaciones sociales que pudiera tener y, en su caso, también las relaciones laborales. En este sentido, se puede decir que esta pena hace que el penado sea marginado y discriminado de la sociedad, no obteniendo ningún beneficio resocializador.

Por otro lado, existe el fenómeno llamado “contagio criminal”. Esto quiere decir que las personas que no hayan cometido un hecho ilícito grave sean contagiadas por comportamientos de personas que sí lo hayan cometido. Esto es una influencia negativa que se debe evitar, ya que supondría que esa persona al salir de la prisión estuviese en peor situación que cuando entró. 
Dejando a un lado los efectos negativos que supone el ingreso en prisión para un corto período de tiempo, cabe destacar que algunos expertos indican que esta pena sigue siendo ineficaz a largo plazo. Por eso, proponen que lo mejor en estos casos es la sustitución de la pena privativa de libertad por medidas alternativas no privativas de libertad. Existen muchos que defienden esta alternativa de “castigar”, ya que son consideradas más humanas y dicen que cumplen con más facilidad la idea resocializadora, sin perder el carácter punitivo que deben tener.


Además de esto, me parece interesante mencionar el aumento de la aplicación de las penas privativas de libertad. De acuerdo con los datos recogidos por varios autores, el número de presos ha aumentado en los últimos años (en 1996 había 41.886 presos y en 2006, 64.021). Teniendo en cuenta estos datos, podemos decir que España sufre sobrepoblación reclusa. Esto está siendo un verdadero problema, porque con tantos presos en un espacio físico tan reducido es casi imposible llegar a los objetivos que están previstos en la ley. Es importante destacar que España es uno de los países con más reclusos de Europa y además, la duración media de los encarcelamientos en España se duplica si la comparamos con otros países europeos. No obstante, está demostrado que no se cometen más delitos que en otros países y que la tasa de delitos ha ido disminuyendo con el paso del tiempo. Entonces, ¿qué sentido tiene todo esto? 



La sobrepoblación carcelaria no es a causa del incremento de la delincuencia en España como muchos podrán concluir, esto sucede por el aumento reiterado de las penas privativas de libertad en este país. Se supone que con la aplicación de esta pena se reduciría las tasas del delito y mejoraría la seguridad de los ciudadanos. Pero, ¿qué evidencia hay que demuestre que este es el método a seguir? ¿Realmente está claro el objetivo a conseguir en el ámbito de la delincuencia? ¿Está claro que el objetivo es reducir la delincuencia y el delito? Si no tenemos los objetivos bien formulados es difícil dar con soluciones efectivas y eficaces. 

Uno de los puntos fundamentales para esta reducción es que los delincuentes se rehabiliten socialmente, que se incorporen en la sociedad de forma definitiva. Para llegar a ese objetivo, es importante que tengamos en cuenta las diferentes alternativas que existen en relación con las penas privativas de libertad; además, estas alternativas cumplen mejor con los intereses y las necesidades de las víctimas. Aunque es complicado alcanzar esta realidad, ya que, como se ha dicho anteriormente, la política criminal actual tiende a aplicar más las medidas privativas de libertad que las medidas alternativas.

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